jueves, 12 de febrero de 2015

El bloqueo no ha terminado

LOS ELEMENTOS DEL NÚCLEO TRONCAL DE LA SOBERANÍA NACIONAL Y POPULAR HAN SIDO DECLARADOS DE CARÁCTER INNEGOCIABLE.

Nunca en la historia un presidente estadounidense tuvo un consenso tan favorable para modificar sustancialmente la política hacia Cuba.

“El bloqueo no ha terminado. Lo que ha ocurrido es que en uso de sus prerrogativas ejecutivas -que las tiene- el Presidente de EEUU anunció algunas medidas para modificar algunos aspectos del bloqueo”, señalaba Josefina Vidal, directora general de Estados Unidos de la Cancillería cubana en una entrevista reciente.

La decisión de EE.UU y la República de Cuba de restablecer relaciones diplomáticas constituye una decisión que, más allá de los anuncios de sendos presidentes, debe articularse según la normativa internacional vigente y que deben ser acordadas entre ambas partes.
En este sentido, el presidente cubano Raúl Castro declaró que: "Proponemos al Gobierno de los Estados Unidos adoptar medidas mutuas para mejorar el clima bilateral y avanzar hacia la normalización de los vínculos entre nuestros países, basados en los principios del Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas.”

Entre las facultades presidenciales de Barack Obama se encuentran la emisión de licencias que permitirían vaciar elementos fundamentales del bloqueo que EE.UU ejerce sobre Cuba y aquellas naciones que ansían poder tener una relación normalizada con la isla con el objetivo del hermanamiento y el beneficio social, cultural y económico mutuo. Como muestra de tales capacidades Obama emitió un grupo de regulaciones que tenían como fin expandir los viajes a Cuba, el envío de remesas económicas, así como permitir algunas operaciones comerciales. Si bien es cierto que existen algunos aspectos que no puede modificar, porque están prohibidas por Ley –no puede derogar el bloqueo– puede autorizar y liberalizar todo tipo de transacciones comerciales, de servicios o de transporte, pero que no ha realizado. Obama tiene potestad, por ejemplo, para permitir que Cuba pueda adquirir en otros países productos con más del 10% de componentes de fabricación estadounidense –lo cual hoy está prohibido– y que afecta a amplios sectores de la producción tecnológica o sanitaria.

El gobierno cubano ha manifestado que, partiendo de concepciones radicalmente distintas, están dispuestos a dialogar sobre seguridad nacional, derechos humanos, democracia, telecomunicaciones y relaciones internacionales. Existen diversos aspectos políticos que algunos aspiran, alimentados por la prensa internacional, a poner sobre la mesa como parte de este proceso de negociación con Cuba y que afectan al ordenamiento político, social y económico cubano. Todos aquellos elementos que forman el núcleo troncal de la soberanía nacional y popular han sido declarados de carácter innegociable.

Las relaciones entre Cuba y EEUU han sido históricamente asimétricas y no pueden ser analizadas desde una perspectiva mecánica del quid pro quo. Cuba no ha sancionado a empresas o ciudadanos norteamericanos. Ni ocupa territorio alguno de Estados Unidos como sí sucede a la inversa en el caso de la base naval en Guantánamo. Cuba tampoco destina una parte significativa de su presupuesto anual a financiar programas con el objetivo de promover cambios en el orden político interno de Estados Unidos que no sean los que sus propios ciudadanos decidan.

Con el fin de mejorar las relaciones bilaterales entre EE.UU y Cuba, desde el cumplimiento estricto del derecho internacional, sería fundamental la inmediata retirada de la Ley de Ajuste Cubano y la política pies secos–pies mojados que pone en riesgo muchísimas vidas anualmente. Estas políticas se asocian en la actualidad al fraude de documentos, la emigración ilegal y el tráfico de personas. Es un sinsentido mantener un flujo migratorio ilegal por vía marítima y una entrada irregular a territorio estadounidense desde terceros países. Este ha sido uno de los elementos que ha de considerarse fundamental en el cambio de perspectiva de EE.UU hacia la isla: Cuba ha demostrado enfáticamente durante muchísimos años, que lejos de ser una amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos, ha constituido una garantía en asuntos como la migración, el terrorismo, el narcotráfico, tráfico humano, situaciones de desastres naturales, así como en el enfrentamiento a pandemias como el Ébola.

A todo esto habría que agregar los cambios demográficos en la comunidad cubana en los Estados Unidos, en donde se observa que los nuevos emigrados y las nuevas generaciones han modificado la tendencia electoral de los cubanoamericanos, situándolos políticamente proclives a los demócratas, distanciándose cada vez más del llamado “exilio histórico”. La mayoría de los ciudadanos estadounidenses, y entre ellos los cubanoamericanos, apoyan el levantamiento del bloqueo a Cuba así como la normalización de las relaciones políticas, como se manifestó en diversas encuestas. 

Nunca en la historia un presidente estadounidense tuvo un consenso tan favorable para modificar sustancialmente la política hacia Cuba.

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